lunes, 13 de mayo de 2013

Sergio Pitol, el viaje como experiencia del mundo visible


El viaje, la lectura y la escritura eran parte de una entidad inseparable en la vida de Sergio Pitol, y en ella se recrea su obra. El viaje, como el autor lo denomina en El arte de la fuga, es una experiencia del mundo visible. La vida de este escritor se construye y se entiende en sus viajes, aspecto fundamental sin el que Pitol no sería Pitol. Cada viaje, cada descubrimiento y conocimiento adquirido tenía gran carga de azar porque ". . . el viajero, el escritor, sólo tendrán certeza de la partida" (Pitol 173). 
Desde la perspectiva del Biographical Criticism, que estudia el efecto y la influencia que tiene la vida de un autor en su producción literaria, la vida de Sergio Pitol como viajero nos revela aspectos importantes para entender su obra. No se trata de contar la vida del autor sino de utilizar ciertos aspectos de su vida para entender su obra o una obra en específico. 
Mediante sus viajes, Pitol se encuentra y reencuentra como escritor, traductor y lector, también conoce a muchas personas que lo ubicarán dentro de la escena literaria que le permitirá ubicarse en un lugar privilegiado. El arte de la fuga sería una gran herramienta que, dentro del Biographical Criticism, aportaría información valiosa para entender la narrativa de Pitol. 

Salvador Novo, "La estatua de Sal"

La estatua de Sal es un texto autobiográfico escrito por Salvador Novo, su estilo peculiar puede sorprender a ciertos lectores e incluso disgustarles, a otros, como es mi caso,   nos divierte. Más allá de eso, este texto es interesante debido a todas las implicaciones sociales y culturales, lo que nos lleva a indagar en las razones que suponemos incitó a su autor a escribirlo. Dichas razones, según mi punto de vista, son:

1) La escritura era el medio mediante el cual, Salvador Novo podía decir quién era, es decir, la escritura le brindaba la soltura y la libertad con la que se desenvolvía sólo en ciertos momentos, en ella podía ser sin tener que ocultarse. Con el siguiente fragmento ejemplificamos lo ya mencionado:


    He olvidado por completo el nombre de aquel que entre 
    ellos me inspiró, el primero, ese tierno, puro, callado 
    deseo de su presencia que años después traté de 
    reconstruir en el poema "Amor" de mi libro Espejo. (60)


2) El narcisismo que lo caracterizaba fue el detonante para escribir su autobiografía, ya que mediante la escritura podía regodearse de sí mismo y de sus hazañas tanto de imitación como vivenciales. El siguiente fragmento está relacionado con la infancia de Novo, etapa en la que comenzó a leer y a escribir, imitando el estilo de los escritores que leía: 

    Sin mis amigos desde la partida de Napo; sin más  
    ocasional compañía que la taciturna de mi padre, que 
    fumaba incesantemente largos cigarrillos negros, y que, 
    durante los sitios de la ciudad que volvió a haber, me 
    enseñó a jugar ajedrez, di en hundir en la lectura mi 
    tediosa soledad. Los libros del tío Francisco eran muchos, 
    heterogéneos. Los leía en el mismo desorden. De su fácil 
    dominio: de un conocimiento y una disposición exclusiva 
    que mis padres no compartían, mi narcisismo no tardó en 
    derivar de ellos el nuevo cauce de una solvencia 
    vanidosa. Mi capacidad de imitar se manifestó en las 
    francas parodias de los fáciles, académicos versos que 
    leía, de las prosas muy siglo XIX de aquellos libros. Sorbí 
    la Retórica de Narciso Campillo y apliqué todas sus 
    sencillas recetas. Me encontré, de repente, haciendo 
    sonetos, letrillas satíricas, odas, "A la manera de" . . . 
    (60-61).



3) Elementos como la soledad y el aburrimiento fueron elementos que propiciaron la escritura de La estatua de sal, pues, a temprana edad, Novo se sintió alejado de sus padres y de sus amigos y su refugio fue la lectura, lo que desembocaría en la escritura de sus propios textos. Posteriormente, el aburrimiento que Novo sentía mientras esperaba la llegada de la noche, de lo emocionante de su vida, se dedicó a escribir para, de esa manera, revivir lo que la noche le dejaba.  

   Yo pasaba las aburridas mañanas de clases sólo en espera 
   de las divertidas tardes y noches. Por emplear el tiempo, y 
   todavía persuadido (a pesar de las constantes, caudalosas 
   comprobaciones en contrario) de la singularidad 
   excepcional de mi carácter, empecé a escribir una  
   minuciosa y romántica autobiografía novelada que titularía    
   Yo. Redacté con celeridad muchas páginas y las guardaba, 
   a falta de mueble propio en casa, ni "estudio", en la 
   gaveta del gimnasio de Leyes. . . Xavier sabía de ella, y le 
   alarmó su crudeza, su sinceridad, la mención de los 
   nombres auténticos. (113)

En la escritura de Novo vemos el ansia por contar, por regodearse en lo vivido sin experimentar alguna clase de remordimiento o de preocupación por el que dirán. Sin embargo, en la autobiografía vemos el cuidado y preocupación que Novo tenía para evitar que sus familiares se enteraran de lo que hacía y de lo que era. Quizá esa preocupación era genuina o sólo obedecía al lugar, aparentemente, privilegiado que tenía en su familia materna y a ese sentimiento de pertenencia o de arraigo que su madre le había inculcado.

lunes, 15 de abril de 2013

Encuentros

Cristina Rivera Garza escribió "Revisé periódicos de épocas anteriores tratando de hallar información sobre sus libros y su vida y, aunque no encontré mucho, leí con gusto algunas reseñas sobre sus colecciones de cuentos y otras más sobre su poesía. se hablaba ahí de un par de tomos atípicos que, a juzgar por los comentarios, causaron más desconcierto que gusto en el público. Se hablaba de la maldad, de lo fantástico, de lo ineludible. En esos escritos se le trataba con un ambivalente respeto, con distanciada y misteriosa admiración."  Yo hice lo mismo durante algún tiempo y, al parecer, tímidamente y de manera aislada, ahora, se habla otra vez de su obra. Sí, eso le dije cuando nos vimos por primera vez. Al principio fue complicado que nos pusiéramos de acuerdo para que me dejara visitarla, después accedió a que la cita fuera un viernes a las cinco de la tarde. Y ese viernes nos vimos. Hablamos poco. De su infancia en Pinos, Zacatecas y de la soledad que le llegó pronto, a los cinco años, cuando Luis Ángel, su hermano menor, murió. 
Y nos reunimos por segunda vez, esta vez la plática fue más amena, quizá porque ya se había dado cuenta que me movía la admiración por su obra. Le confesé mi gusto, casi devoción, por "Árboles petrificados", y es que hay tanto en ese cuento. Le mencioné, por ejemplo, algunos fragmentos como,  "Nos hemos buscado a tientas desde el otro lado del mundo, presintiéndonos en la soledad y el sueño. Aquí estamos. Reconociéndonos a través del cuerpo. Nos hemos quedado inmóviles, largo rato en silencio, uno al lado del otro" Le dije, al leerlo, ¿qué se puede decir? Cada vez que leo ese fragmento me quedo sin palabras.
Y es una historia triste, le dije, pero también hermosa por el amor que los personajes sienten y la pasión. Se siente el amor en ese cuento, la desolación y el dolor. El amor que está ahí, "Quisiera conocer contigo el mundo, quisiera entrar contigo en el sueño y despertar siempre a tu lado". O en "Después vendrá la tarde vacía como esas cuando no estás conmigo, cuando nos separamos y nos falta la mitad del cuerpo. . ." Me dijo que un gran amor se siente así y, en su caso, se escribe así. Le dije que entendía. Y sonreímos. 
Le pregunté por los árboles. ¿Por qué los árboles? Me respondió que por su permanencia y que quizá en otro momento volveríamos a hablar de eso. Mañana será la tercera reunión y me queda la certeza de saber que habrá más conversaciones y  las espero. Me ha dicho poco o quizá mucho. No tengo prisa.

Fuentes:
Rivera Garza, Cristina. La cresta de Ilión. México: Tusquets, 2002.
vila, Amparo. Cuentos reunidos. México: FCE, 2009. 

domingo, 14 de abril de 2013

Recuento literario

La literatura ha sido una larga y terca pasión amorosa en la cual he sido una amante inconstante pero no infiel, eso es lo que podría definirme. Digo esto porque todos me preguntan por qué ya no escribo y la respuesta es que en realidad no soy constante en mi escritura. Pienso, medito mucho mis preocupaciones y hasta que tengo algo que escribir, lo hago. Vivo mucho, por eso no escribo con frecuencia. Escribo de la realidad que para mí no es común y corriente. Sí, sé que han catalogado a mi obra como literatura fantástica pero yo escribo de la realidad y de sus dos caras, la que está sucediendo y la oscura, en la que no hay lógica, quizá por eso insisten en que mi literatura es fantástica. 
Usted me preguntaba acerca del año en que nací y fue en 1928, aunque Emmanuel Carballo haya mencionado que nací en 1923 porque así aparece en una antología, pero para mí no hay mayor problema con eso. Nací en Pinos, Zacatecas. Tuve dos hermanos, Leoncio y Luis Ángel. Yo soy la de en medio. A Leoncio no lo conocí porque murió al nacer, era mayor que yo. Luis Ángel murió de meningitis a los cuatro años. Yo tenía cinco años cuando él murió y a partir de ese momento me quedé muy sola, muy triste, muy enferma. Me refugié en la compañía de los gatos y los perros, quienes me han acompañado siempre.
El frío de Pinos y la fiebre impedían que saliera de la casa, entonces me refugiaba en la biblioteca de mi padre. Ahí, a través de la ventana, veía pasar las caravanas que llevaban a los muertos porque en ese tiempo no había cementerios y los enterraban en Pinos. Sí, veía pasar a la muerte y en eso me ocupaba. 
Yo no sabía leer pero juntaba palabras. Y en ese tiempo llegó a mis manos La divina comedia de Dante y me horroricé con los grabados de Doré: me espantaban los demonios con tridentes. No soportaba la oscuridad por ese temor a los demonios con tridentes.
La casa en donde vivíamos era la casa grande del pueblo y de ella la gente contaba muchas leyendas. Algunas veces vi a una mujer vestida de blanco que llevaba una vela encendida en la mano y a un hombre con una pierna de palo. 
Mi mamá padecía un insomnio crónico a causa de su estado nervioso y mi papá se dedicaba a sus negocios. En San Luis Potosí estudié la primaria y la secundaria. Y es cierto que estudié en un colegio religioso. 
Sí, como ya mencionó, en 1950 publicaron Salmos bajo la luna, mi primer poemario y al año siguiente con "Salmo de la ciudad transparente", un poema, gané un certamen literario convocado por la Sección 24 del Sindicato de Trabajadores Ferrocarrileros de la República Mexicana, de San Luis Potosí. En total escribí tres poemarios, Salmos bajo la luna (1950), Meditaciones a la orilla del sueño (1954) y Perfil de soledades (1954). También escribí cuatro libros de cuentos, Tiempo destrozado (1959), Música concreta (1964), Árboles petrificados (1971) y Con los ojos abiertos (2009), que contiene una crónica. Ah, sí, escribí "Apuntes para un ensayo autobiográfico" y se publicó en Pinos, en el 2005, en Barca de palabras.
Y bueno, sí, 1966 fue un año importante y difícil para mí porque falleció mi padre y también recibí la beca del Centro Mexicano de Escritores. Y en 1971 recibí el Premio Xavier Villaurrutia por Árboles petrificados. Conocí a Alfonso Reyes,  Julio Cortázar, Salvador Elizondo, José Agustín, Agustín Yáñez. Como mucha gente sabe, Alfonso Reyes fue y aún es una figura muy importante para mí, me guió, me ayudó, fue un gran amigo. 

La escritora y los escritores

Llegué, como casi nunca, diez minutos antes de la cita. Estaba nerviosa. Toqué el timbre. Me recibió una mujer delgada y me dijo que la señora Amparo me estaba esperando. Entré y la vi, estaba regando unas rosas blancas. Me saludó. Le respondí, me sentí observada, y descubrí que habían aparecido muchos gatos que se acercaron sólo para conocer a la visita. Amparo me dijo que siempre ha estado rodeada de gatos, yo lo sabía, y le dije que por suerte no lo olvidé al terminar de desayunar, cuando tomé la medicina para la alergia. Amparo dijo que entonces no era buena idea que platicáramos dentro de la casa porque los gatos estaban por todas partes. Le agradecí esa atención.
La miré detenidamente pero no tanto como para incomodarla. Sus ojos. Tuve que decirle que no podía evitar mencionar las palabras con las que Eve Gil la describió alguna vez, ". . . sus ojos de gato ámbar, cuyo brillo se acentuaba en la oscuridad y en el desvelo, sin embargo, retaban a las sombras". Le dije también que esas palabras eran muy acertadas porque todavía se podía ver eso en sus ojos. Le dio risa y me pidió que la ayudara a acomodar unas plantas. Me agradó ayudarla a cuidar su jardín, ya que es una de sus grandes pasiones. 
Le dije que quería conversar con ella sobre sus amigos escritores y le pareció buena idea. Ni siquiera me dio tiempo de hacerle una pregunta, al primero que mencionó fue a Alfonso Reyes, dijo que había sido muy importante para ella, que había sido su mentor, "fue para mí el Virgilio que de la mano me llevó a través de los círculos literarios". Habló de cuando lo conoció en San Luis Potosí porque él había ido a impartir un curso de invierno. Dijo que fue afortunada porque lo presentaron al grupo de escritores en el que ella estaba. Platicó con él y él le dijo que cuando fuera a la Ciudad de México los buscará a su esposa Manuelita y a él. Y así lo hizo. Trabajó con él durante tres años, fue su  secretaria. Mencionó que él sabía acerca sus miedos y de las pesadillas que constantemente padecía, por eso la llevó con, su amigo, el psiquiatra Federico Pascual del Roncal para que pudiera superar sus miedos. Y que, efectivamente, la ayudó con la mayoría de sus miedos, sobre todo con el miedo a la oscuridad. Recordó que Alfonso Reyes la entregó el día de su boda con el pintor Pedro Coronel.
Le pregunté por su amistad con Julio Cortázar y  me dijo que lo recordaba mucho por todo lo que los unía como, la pasión por el jazz, por los gatos y los cuentos. Mencionó que él le decía que sus cuentos tenían mucho en común con los de Edgar Allan Poe y que ella le respondió que no había podido leerlo porque cuando lo intentaba se enfermaba de colitis. Dijo también que él insistía en que debía leerlos y le regaló la traducción que hizo. 
Le pregunté por José Agustín y Salvador Elizondo, y sólo dijo que después de la muerte de su padre estuvo muy deprimida y que cuando convivía con ellos, en el Centro Mexicano de Escritores, le sugerían que fumara un cigarro de mota y que con eso se acabaría su depresión, pero dijo que no les hizo caso y con el tiempo se recuperó. 
Le dije que sus ojos eran muy bonitos, las fotos no mentían como tampoco lo hacía el verlos de frente, y se lo dije porque también Cristina Rivera Garza había escrito sobre ellos. "Recuerdo, sobre todo, sus ojos. Estrellas suspendidas dentro del rostro devastador de un gato. Sus ojos eran enormes, tan vastos que, como si se tratara de espejos, lograban crear un efecto de expansión a su alrededor."  Le pregunté si la conocía. Me dijo que no pero que había leído La cresta de Ilión y que no le había gustado cómo la había presentado pero que la ficción todo lo permite y que la amistad que las palabras ofrecen es de las mejores cosas que la literatura tiene.

Fuentes:

Rivera Garza, Cristina. La cresta de Ilión. México: Tusquets, 2002.




http://www.youtube.com/watch?v=w9cH5sI8ZPY
http://octavioat.blogspot.mx/2008/02/entrevista-con-amparo-dvila.html
http://www.mundopoesia.com/foros/showthread.php?t=168959


lunes, 25 de febrero de 2013

Amparo Dávila: la infancia, cuna de la soledad y de los terrores



Hace algunos años, gracias a unas fotocopias, leí por primera vez El huésped de Amparo Dávila, cuento que me perturbó por varios días y que me hizo pensar mucho en esa criatura "con grandes ojos amarillentos, casi redondos y sin parpadeo, que parecían penetrar a través de las cosas y de las personas." (Dávila 19). Hasta entonces sólo Francisco Tario me había entregado una alucinante literatura fantástica mexicana y es curioso que se conozca poco acerca de estos escritores y que su obra, hasta hace algunos años, haya sido difícil de encontrar. El día que leí ese cuento, salí de clase dispuesta a encontrar un libro de ella y recorrí, sin conseguirlo, diversas librerías del D.F. Así pasé algunos años y cuando por fin encontré uno en un café-tienda de regalos, discos y libros, no pude comprarlo. Ahora, Cuentos reunidos es un habitante más en mi librero. Gracias a la publicación de ese texto, en el 2009, algunos lectores, los privilegiados que la han leído, pueden acercarse a toda la obra cuentística de Amparo Dávila, a pesar de eso, otros ni siquiera han escuchado de ella.
Algunos escritores y sus obras, como es el caso de esta escritora, permanecen ocultos, quizá como ella misma lo escribió en Patio cuadrado:
       
         —Pero ¿qué hacen los libros dentro de la piscina? —le pregunté sorprendida—. ¿No se mojan?
         —Nada les pasa, el agua es su elemento y ahí estarán bastante tiempo hasta que alguien los   
         merezca o se atreva a rescatarlos.
         —¿Por qué no me saca uno?
         —¿Por qué no va usted por él? —dijo mirándome de una manera tan burlona que me fue          
         imposible soportar. (180)


Tan peculiar es el poco conocimiento que se tiene de su obra como el que se tiene de su vida, es un lugar desierto y poco visitado en el que la soledad de los lectores acompaña a la de la escritora, quizá lo imprescindible está en su obra o quizá lo más importante e imprescindible es su obra, el lector lo decidirá.
Amparo Dávila nació en Pinos, Zacatecas (1928). Cuando ella tenía cinco años, su hermano Luis Ángel, de cuatro años, falleció y eso la afectó mucho tanto anímica como físicamente, ocasionándole una enfermedad, de la que no se conoce el nombre pero se sabe que la tuvo convaleciente por algún tiempo. Debido a su enfermedad y al frío en Pinos, ella se refugiaba en la biblioteca de su padre, en donde se sentaba cerca de una ventana y veía "pasar la muerte" pero no le temía, como ella lo menciona en una entrevista realizada por el Fondo de Cultura Económica. En dicha biblioteca comenzó su acercamiento con los libros, en donde descubrió La Divina Comedia con los grabados de Doré, los cuales la aterrorizaban. Un aspecto interesante es que aunado al terror que le ocasionaban los demonios de esos grabados, la oscuridad le daba mucho miedo. Desde la muerte de su hermano, ella se sintió muy sola y encontró consuelo en la compañía de los gatos y los perros.
Estudió la primaria y la secundaria en San Luis Potosí. En 1950 publicó Salmos bajo la luna (poemas) y en 1954, Meditación a la orilla del sueño (poemas). En ese mismo año, cuando tenía 26 años, Amparo llegó a la Ciudad de México con su madre para dedicarse a la literatura; en ese entonces sus padres ya se habían divorciado. En San Luis Potosí conoció a Alfonso Reyes, cuando lo presentaron a un grupo de jóvenes escritores en el que ella estaba, y le dijo que los buscará a su esposa y a él cuando fuera a la Ciudad de México.
Ya en la Ciudad de México, Amparo fue secretaria de Alfonso Reyes, quien fue su mentor, y quien la entregaría el día de su boda, en 1958, con el pintor Pedro Coronel, con quien tuvo dos hijas: Luisa Jaina y Juana Lorenza. Debido a los miedos que Amparo tenía, Alfonso Reyes la llevó con uno de sus amigos, el psiquiatra Federico Pascual del Roncal, quien la ayudó a superar, sobre todo, el terror a la oscuridad.
En 1959 publica su primer libro de cuentos, Tiempo destrozado. En 1964 se divorcia y más tarde en ese mismo año publica Música concreta, segundo libro de cuentos. En 1966 fallece su padre y en ese mismo año le otorgan la beca del Centro Mexicano de Escritores, en donde convivió con Salvador Elizondo y José Agustín. En 1977 aparece Árboles petrificados, tercer libro de cuentos, y en ese año le entregan el Premio Xavier Villaurrutia.
Los temores de Amparo son constantes en su obra. En los personajes femeninos aparecen el miedo, la angustia, la soledad. Aparecen también como temas recurrentes el amor, la muerte y la locura, los cuales están ligados a los temores. Otro aspecto interesante, que se ubica dentro de la soledad, es el tipo de relación que sus personajes femeninos tienen con los hombres, en El huésped, el hombre impone en su casa y a su esposa, principalmente, la presencia de un huésped mientras él está ausente; tampoco se habla de una relación estrecha entre él y su esposa. En su obra hay elementos fantásticos pero ella insiste en catalogarla como realista con dos caras: la oscura y la cotidiana. En 2008, a sus ochenta años, se le realizó un homenaje en Bellas Artes. Como he mencionado, en 2009 se publica Cuentos reunidos que incluye Con los ojos abiertos, cuatro cuentos y una crónica que hasta entonces habían permanecido como inéditos.
Cristina Rivera Garza retoma a esta escritora y a su obra, en 2002, con la publicación de La cresta de Ilión. En esta novela, Amparo Dávila es el personaje principal. Una de las características particulares de la obra de Rivera Garza es la intertextualidad, a la que recurre, en este caso, para tejer con ella el relato y así hacer dialogar a la autora con su texto y con los lectores.






FUENTES
http://www.youtube.com/watch?v=w9cH5sI8ZPY
http://octavioat.blogspot.mx/2008/02/entrevista-con-amparo-dvila.html
http://www.mundopoesia.com/foros/showthread.php?t=168959
http://www.letraslibres.com/blogs/memorables-y-el-olvido-amparo-davila

Dávila, Amparo. Cuentos reunidos. México: FCE, 2009.

lunes, 18 de febrero de 2013

Acerca de la crítica biográfica

La crítica biográfica analiza la vida del autor para saber si existe alguna influencia entre ésta y la obra del mismo y, en caso de que la haya, hacerla evidente. Generalmente se asocia con la crítica histórico biográfica, la cual considera a la obra literaria como el reflejo de la vida del autor y de su tiempo. La crítica biográfica nos permite estudiar a un autor y reconocerlo como único.
Samuel Johnson fue el primero en realizar un trabajo de este tipo, ya que relacionó la vida y los antecedentes de un escritor con su obra. Posteriormente, Charles Agustin Sainte-Beuve desarrolló un método crítico que se basaba en el estudio de la vida de un escritor para entender su obra. Teniendo en cuenta dicho método, la crítica biográfica considera datos como el género, el estatus socioeconómico, la edad, la raza, la educación y la familia, por mencionar algunos, ya que la obra literaria refleja la dinámica psicológica, las características personales y las experiencias del autor a estudiar. Mediante la crítica biográfica no se pretende contar la vida de un autor, que es el área de la biografía, sino que la información que se tiene nos ayude a interpretar y a comprender su obra. En dicha comprensión e interpretación es relevante el conocimiento de la época y de los acontecimientos que ocurrieron cuando se escribió la obra, es decir, el contexto.
Diversas publicaciones se dedican al estudio de la crítica biográfica, mencionaré algunas: a|b: Auto|Biography Studies, que pertenece a The Autobiographical Society de la Universidad de North Carolina con la colaboración de la Universidad de West Georgia y de la Universidad de Winsconsin (Whitewater); Biography: An Interdisciplinary Quarterly, revista del Center for Biographical Research de la Universidad de Hawai en Manoa; Journal of Historical Biography de la Universidad de Fraser Valley en Canadá; LifeWriting: Exploring the contemporary Meanings of Life Narrative de Curtin University of Technology en Australia. En cuanto a la crítica biográfica y la formación estudiantil, The Australian National University imparte la maestría en Biographical Research and Writing. Descata, también, la labor de centros que buscan la difusión del estudio y de la aplicación de la crítica biográfica, entre ellos encontramos al Centre for Autobiographic Studies, CAS en donde se dedican al estudio, la creación y la preservación de los trabajos autobiográficos y al Center for Life History and Life Writing Research de la Universidad de Sussex, en el que se estudia la biografía, la autobiografía y la narrativa personal como una fuente de conocimiento para el estudio de la historia y de la cultura de una sociedad.