domingo, 14 de abril de 2013

La escritora y los escritores

Llegué, como casi nunca, diez minutos antes de la cita. Estaba nerviosa. Toqué el timbre. Me recibió una mujer delgada y me dijo que la señora Amparo me estaba esperando. Entré y la vi, estaba regando unas rosas blancas. Me saludó. Le respondí, me sentí observada, y descubrí que habían aparecido muchos gatos que se acercaron sólo para conocer a la visita. Amparo me dijo que siempre ha estado rodeada de gatos, yo lo sabía, y le dije que por suerte no lo olvidé al terminar de desayunar, cuando tomé la medicina para la alergia. Amparo dijo que entonces no era buena idea que platicáramos dentro de la casa porque los gatos estaban por todas partes. Le agradecí esa atención.
La miré detenidamente pero no tanto como para incomodarla. Sus ojos. Tuve que decirle que no podía evitar mencionar las palabras con las que Eve Gil la describió alguna vez, ". . . sus ojos de gato ámbar, cuyo brillo se acentuaba en la oscuridad y en el desvelo, sin embargo, retaban a las sombras". Le dije también que esas palabras eran muy acertadas porque todavía se podía ver eso en sus ojos. Le dio risa y me pidió que la ayudara a acomodar unas plantas. Me agradó ayudarla a cuidar su jardín, ya que es una de sus grandes pasiones. 
Le dije que quería conversar con ella sobre sus amigos escritores y le pareció buena idea. Ni siquiera me dio tiempo de hacerle una pregunta, al primero que mencionó fue a Alfonso Reyes, dijo que había sido muy importante para ella, que había sido su mentor, "fue para mí el Virgilio que de la mano me llevó a través de los círculos literarios". Habló de cuando lo conoció en San Luis Potosí porque él había ido a impartir un curso de invierno. Dijo que fue afortunada porque lo presentaron al grupo de escritores en el que ella estaba. Platicó con él y él le dijo que cuando fuera a la Ciudad de México los buscará a su esposa Manuelita y a él. Y así lo hizo. Trabajó con él durante tres años, fue su  secretaria. Mencionó que él sabía acerca sus miedos y de las pesadillas que constantemente padecía, por eso la llevó con, su amigo, el psiquiatra Federico Pascual del Roncal para que pudiera superar sus miedos. Y que, efectivamente, la ayudó con la mayoría de sus miedos, sobre todo con el miedo a la oscuridad. Recordó que Alfonso Reyes la entregó el día de su boda con el pintor Pedro Coronel.
Le pregunté por su amistad con Julio Cortázar y  me dijo que lo recordaba mucho por todo lo que los unía como, la pasión por el jazz, por los gatos y los cuentos. Mencionó que él le decía que sus cuentos tenían mucho en común con los de Edgar Allan Poe y que ella le respondió que no había podido leerlo porque cuando lo intentaba se enfermaba de colitis. Dijo también que él insistía en que debía leerlos y le regaló la traducción que hizo. 
Le pregunté por José Agustín y Salvador Elizondo, y sólo dijo que después de la muerte de su padre estuvo muy deprimida y que cuando convivía con ellos, en el Centro Mexicano de Escritores, le sugerían que fumara un cigarro de mota y que con eso se acabaría su depresión, pero dijo que no les hizo caso y con el tiempo se recuperó. 
Le dije que sus ojos eran muy bonitos, las fotos no mentían como tampoco lo hacía el verlos de frente, y se lo dije porque también Cristina Rivera Garza había escrito sobre ellos. "Recuerdo, sobre todo, sus ojos. Estrellas suspendidas dentro del rostro devastador de un gato. Sus ojos eran enormes, tan vastos que, como si se tratara de espejos, lograban crear un efecto de expansión a su alrededor."  Le pregunté si la conocía. Me dijo que no pero que había leído La cresta de Ilión y que no le había gustado cómo la había presentado pero que la ficción todo lo permite y que la amistad que las palabras ofrecen es de las mejores cosas que la literatura tiene.

Fuentes:

Rivera Garza, Cristina. La cresta de Ilión. México: Tusquets, 2002.




http://www.youtube.com/watch?v=w9cH5sI8ZPY
http://octavioat.blogspot.mx/2008/02/entrevista-con-amparo-dvila.html
http://www.mundopoesia.com/foros/showthread.php?t=168959


2 comentarios:

  1. ¿Ficción, crónica? No importa. Creo que el tono es acertadísimo; me agradó más este acercamiento que el hecho en primera persona. Creo que el yo que narra en éste lleva muy bien la trama, y creo que es posible darle más espacio al desarrollo de un conflicto en la trama: cómo ¿por qué fue a casa de Amparo? o ¿para qué fue?, o jugar más con esa ambigüedad referencial de si es real o no. Saludos.

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  2. Considero que la forma en la que vas jugando con la narración e involucras datos duros así como datos muy personales son fundamentales para la construcción de tu biografía. Asimismo, es interesante ver cómo conjugas las referencias que hacen otros autores con la vida de Amparo.

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